miércoles, 7 de marzo de 2012

Relato de una cuestión

(Pintura: Castells Capurro)

"Si a peliar has de ceder
en una mala ocasión,
cuanto saqués el facón
ya has ligao las de perder.
Es de valiente, poder
dominarse sin peliar
y, al no poderlo evitar,
que no te ajen a lo trapo…
Pegá de plancha, a lo guapo,
que’s doloroso cortar.”

(Wenceslao Varela)
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Mi “fierro” solo respira
si es por asao o trabajo,
pero es de mi cuerpo un gajo
cuando a mi brazo lo estira,
y unque su estampa me almira
y me da cierta confianza
¡jamás! aposté a su usanza
por una cuestión fatal
y en mi cintura es sitial
en que’l rebenque descansa.

Cuando al despuntar el día
a las pilchas me acomodo,
me lo tercio, porque’l codo
reclama su compañía;
cabo ‘e plata sin valía
de seyo, marca o punzón,
pero que vale un montón
pues lo heredé de un agüelo,
por eso que pongo celo
y en su cuidao atención.

Pero a veces… sobresalta
al compadrón o al muy piyo
que cré que’l que usa cuchiyo
es… que su hombría resalta.
Pa’ mi es prenda que no falta
ni le sobra’l atavío
y que yo sepa, bravío
jamás jui ni quise serlo.
Pero unque me cueste crerlo
me vi enredao en un lío.

A una grande jinetiada
que había en “El Boliche ‘El Turco”
cayí yo, siguiendo el surco
de una güeya tan triyada;
muy regular la potrada,
garronudos los jinetes,
hubo montas a rolete
y sonó más de un aplauso,
pero aura el relato encauso
pa’ cuando me vi en un brete.

Hacía un rato, en un fogón
entre un montón de paisanos
con un guitarrero a mano
hice una improvisación.
Trató pues, mi relación
de cuestiones del gauchaje,
el que festejó el pasaje
que dije -y a naide humiyo-:
“no aumenta el largo ‘el cuchiyo
el tamaño del coraje”.

Dispués de pasar un rato
en tan linda aparcería
me acerqué a la pulpería
pa’ darle al buche un barato;
estando áhi, compartí el trato
con dos viejos conocidos:
lo nuembro al “Pampa” Garrido
y a Echenique, el güen Julián,
esos amigos que están
bien dispuestos y alvertidos.

Tomando alguna cerveza
y evocando algún jinete
se pasó el tiempo ¡gran siete!
con sobrada ligereza.
Justo en eso, con fiereza
y enredándose en el habla
golpió enojao en la tabla
que hacía de mostrador,
un hombre provocador
con una espresión muy diabla.

Y haciendo una media luna
cuidando como afirmarse,
buscó el hombre de ubicarse
frente a mi, sin duda alguna.
Dijo: “-A su canto ninguna
razón de cierto le asiste
que’s más hombre’l que desviste
el largo de su facón
que’l que sale a lo ratón
y en su escondrijo resiste!”.

Nos miramos con el “Pampa”
y con el Julián también,
más yo cabecié un desdén
y pensé: “¿…si esto no escampa…?
Campanié la ruda estampa
y vi la turbia mirada
por el alcohol empañada
del hombre que tenía enfrente,
que desenvainó insolente
un facón como una espada.

“-Sepa que a usté me dirijo
(y enojao me señaló)
porque hace rato cantó
y algo del coraje dijo.”
-Si bien canté, no colijo
su inquina -le respondí-;
pero él, ya fuera de si
amagó venirse al humo
y ansina obligao, asumo
que defenderme debí.

Le notaba’l “capazón”
algunas copas de más
pero… ¿cómo echarse atrás
en medio de’sa función?;
“fierro” que dentra en ación
-me dije- tiene un destino,
por eso, con mucho tino
(unque no sea una lisonja)
el rebenque, por la lonja
empuñé y salí al camino.

Buscando de no alardiar
refalé’l listao pa’l codo
y lo manotié de modo
me sirva pa’ castigar;
yo no lo quería peliar,
defenderme’ra mi fin,
pero él apuró el trajín
tirando de punta a fondo
y yo, girando en redondo
lo dejé juntando orín.

Desairao se puso pior
y bufando me buscaba,
yo a poncho lo sujetaba
pero… me corría el sudor!,
me tiró con más ardor
como poniéndose bravo
y áhi, del rebenque’n el cabo
le atajé más de un hachazo
…pero me dentró en un brazo
y por poco mal acabo!

Un istante tutubié…
…mi estreya -pensé- se apaga,
tiré’l rebenque y la daga
sin más güeltas desnudé;
sabía que haciendo pié
lo podía madrugar
-unque m’iba a disgraciar
por una cuestión azurda-
pero a gatas si a la zurda
podía apenas manejar.

Si era mi vida o la d’él
-estando la suerte echada-
como fiera acorralada
me puse a no dar cuartel;
yo que le di carretel
pensando… “se va ir al mazo”,
y que con un talerazo
pude acabar el asunto,
queriendo no ser dijunto
peliaba herido en un brazo.

Y en una dentrada plena
el cuchiyo le volqué
y un planazo le asenté
que le cimbró la melena
(puso el sombrero en la esena
un aplastao revolcón),
tranquió atrás el “capazón”
y cuando lo iba’cargar…
se arrimaron a terciar
dos hombres, con decisión.

Y si jugao como estaba
con uno a gatas podía
ante tres, ya me veía
que un brazo no me alcanzaba!;
el “terne” se me agrandaba
al ver dudando mi afán,
y en amplio y grande ademán
como anunciando “aura’rranco!”
avanzó, pero a mi flanco
¡saltaron “Pampa” y Julián!

El sol astiyó los briyos
en sus facones filosos,
y Garrido, sentencioso
gritó: “-Sin maña y sin piyos!”
Prefirieron el senciyo
y arroyaron los matones.
Templó el dolor mis tendones
y al dir a fondo el paisano,
en un esquive’n la mano
lo haché… sin pedir perdones.

Rodó el facón en el suelo
y el hombre tembló, sin duda,
al sentir mi daga’guda
junto al ñudo del pañuelo.
“Vas al infierno, no al cielo!”
le di por esplicación,
pero asujetó mi ación
el grito que dio Echenequi:
“-Mi amigo, no se salpique,
tenga gaucha compasión!”

Di un tranco atrás, y la daga
limpié, sin quitarle’l ojo
al que por darse un antojo
tiene una mano hecha yaga.
“-Tome cumpa, esto se traga”
y a un porrón le mermé un viaje.
Y pensé al dar un vendaje
que ate’l brazo en cabrestiyo:
“no aumenta el largo ‘el cuchiyo
el tamaño del coraje.”

(Pintura: Gustavo Solari)



(19/10/1996)

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