sábado, 3 de marzo de 2012

Mi rancho




Naide se ha de imaginar
si pinto como lo veo:
es un nidito e torcazas
entre dos talas y un ceibo.

Esta en rama muy bajita
parece que toca el suelo,
lo hicieron sin precauciones,
se puede ver desde lejos.

Al amanecer el macho sale
a buscar alimentos,
la hembrita siempre se queda
hacienda algunos arreglos.

Piden algo los pichones,
les dan y se quedan quietos;
se duermen arrimaditos,
la madre canta al la’o de ellos.

Cuando llega la oración
se siente un canto de lejos,
viene el macho de un volido
trayendo en el pico un beso.

Se dicen cualquier cosa,
de mientras va oscureciendo;
después la noche les hace
su caricia de silencio.

Otro amanecer despunta
y el canto se oye de nuevo,
sale el macho de un volido
llevando en el pico un beso.

Ansina mesmo es mi rancho,
ansina mesmo lo veo.

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