martes, 13 de marzo de 2012

Las quejas del capataz

(Dibujos: Esteban Diaz Mathé)

En esta carta, patrón,
mucho le quiero decir,
por más que yo pa escrebir
tuve muy poca estrución.
Hallará en cada renglón
las letras muy desparejas,
pero me arden las orejas
por algo que ha acontecido,
y como siempre he cumplido
hoy le presento mis quejas.

No se trata de los piones
ni es del sueldo que me quejo,
sinó porque de reflejo
me empujan otras razones.
Es que en muchas ocasiones
usted probó mi constancia,
y aura ya mi tolerancia
se volcó pa el lao contrario
dende que un veterinario
nos ha mandao pa la estancia.

Aquí se ríe el que entienda
-y tienen razón de más-
porque no han visto jamás
tráir un dotor pa la hacienda.
Animal que el hombre atienda
pa darlo un tanto curao
lo tienen un tiempo encerrao,
y acá, don Luciano Antelo,
con solo nombrarle el pelo
cura cualquier abichao.

A mí no puede enseñarme
camperos conocimientos,
y sin embargo hay momentos
que ha querido repecharme.
Hoy nomás, pa no enojarme,
al verlo medio encrescpao
le dije que yo he luchao
y el campo me ha envejecido,
mientras él hubo aprendido
en un colegio encerrao.

No hubo sarna en las majadas
en los veinte años que estoy,
y le he tenido, hasta hoy,
sanitas las novilladas.
Las diferentes manadas
parecen de exposición,
y hasta con lujo, patrón,
las tropillas se han cuidao,
porque andando bien montao
rinde más cualquier peón.

Ansí, pa evitar tormentas,
es urgente y necesario
que saque al veterinario,
de nó, me arregla las cuentas.
Y aura con frases atentas
poniendo el punto final
reciba en forma cordial
un saludo bién campero
de Juan Cirilo Romero,
- su capatáz general-.



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