miércoles, 28 de septiembre de 2011

Malón

(Pintura: Ángel Della Valle)

Una densa polvareda jaloneando va el camino
que una tropa de jinetes, rudos, fuertes y bronceados
por el sol cordillerano y el relente de las piedras,
viene alzando con los duros, córneos cascos de sus fletes.

Llegan sucios, sudorosos, el cabello apelmazado
en el bronce de las sienes; y en sus rostros araucanos,
de narices aguileñas y de pómulos salientes,
el carbunclo de sus ojos lanza rayos tremolantes
de deseos contenidos de aguardiente y de pasión.

Atraviesan la amplia Vega a rienda suelta.
Lanzan gritos y alaridos, risotadas y silbidos.
Y hacia el pueblo se dirigen, con empuje de turbión.
Es que hay fiesta en el poblado, hay carreras y cinchadas;
hay mujeres y guitarras, hay bebida y hay choclón.

Rugirá luego la bestia, trastornada, embravecida
por el baile y por las hembras, las jugadas y el licor;
habrá insultos, griterío, amenazas y topadas
y al final de la algazara, como atávica humorada,
la certera puñalada que atraviesa un corazón!...

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