lunes, 28 de febrero de 2011

Si Dios quiere


Hace rato que una prenda
con su encanto me acorrala,
y le ando arrastrando el ala
pa ganarle esa contienda.
Malcornao en una rienda
me lleva con su belleza,
pero pondré mi destreza
como al templar la bordona,
pués si ella es tan coquetona
yo soy de una sola pieza.

Sus ojos tienen ternura,
románticos, soñadores,
y suelen ser delatores
de una pequeña amargura.
Su mirada me tortura
si de fijo me encandila,
y si alegre se perfila
con sus risas atrayentes
las dos hileras de dientes
son perlas puestas en fila.

Con un pretexto cualquiera
cuando rumbeo pa su rancho
siento a mi alma de carancho
repechando su tranquera.
Si me divisa, me espera
bajo de un ceibo cercano,
y al desmontarme del ruano
cuando cortés la saludo
siento que muy a menudo
me apreta fuerte la mano.

Me dá lazo hasta ahí nomás...
aumentando mi codicia,
y sonriendo con malicia
después se vuelve pa atrás.
Mas yo no pierdo el compás
ni ando de oreja caida,
porque de tan presumida
talvés no sepa esa flor
que en las carreras de amor
no tengo ni una perdida.

Cuando me alcanza algún mate
con si pícara atención,
presiento que el corazón
a los corcobos me late.
Robarla es un disparate,
de nó, la hubiera robao,
y además he comprobao
que al susurrarle en la oreja,
como buena zorra vieja
la abuela la ha aligerao.

Le he prometido mimarla
jurándole que la quiero,
y la voy de salamero
con el fin de conquistarla.
Midiendo siempre mi charla
ni jugando me desboco,
y en cuanto me afloje un poco
por más que esté aligerada
¡va a pegar una rodada
como caballo bichoco!

(Dibujo: Eleodoro Marenco)

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