jueves, 3 de febrero de 2011

La humildad



El que haya oído esta copla
dígamelo sin tardar,
que si no sabe el sentido
yo se lo habré de explicar:

"Si por pobre me desprecia
no le hallo mucha razón,
que hombre pobre y leña verde
sirven cuando hay ocasión".

Así dice la cuarteta
sin ambages ni parola.
Es tan clara su intención
que se está explicando sola.

Se me han como acobardado
los versos que canto yo:
de más floridos presumen,
pero de más sabios, no.

Vieja copla remozada
a la par que va rodando,
de labios en labios vuela
y a muchos va consolando.

Y a otros enseña a no dar
el fallo por la apariencia.
No siempre lo humilde es pobre,
ni lo que brilla opulencia.

¡Linda la copla algo zorra!
A veces me ha echo a pensar
en quién pudo haberla urdido,
y en qué trance y qué lugar.

Si fué el mozo que bailaba
bolseado por su pareja
y aprovechó el pericón
para soplarla a su oreja.

Si la pensó un olvidado
en la rueda del fogón,
a quien no alcanzó ni un mate
la dueña de su pasión.

Saber quién fué, dónde y cómo
no hará la copla más buena;
si esa copla es bella flor
es porque es flor de una pena.

Yo la venero y la doy
igual como a mí ha venido...
¡Flor del aire, al aire va!
De la copla me despido.

Es pobre mi comentario;
pero no habrá quien me tilde.
Yo escucho la voz más débil
y aprendo en lo más humilde.

Y tal vez fué tan humilde
y huérfano este cantar,
que nunca la oyó la ingrata
que lo ha sabido inspirar.

Perdón para mí les pido,
para la copla atención,
y para su buen consejo
un sitio en el corazón.

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