jueves, 6 de enero de 2011

Intima


Del rincón ande dormita
Cuasi las más de las horas,
La de las cuerdas sonoras
A que la pulse me invita.
Es la guitarra bendita
Que sabe de mis dolores,
La que adornaban con flores
Manos que amé como un loco,
La que aún yora cuando evoco
Tristezas de mis amores.

Puede que sienta otra vez
Que algo en sus cuerdas se enrieda.
Algo suave como seda
Pa ser áspero dispués.
Dolor güelto del revés
Pa disfrazar su amargura,
Agua que parece pura
Y es venenoso entrevero,
Luz que apagará el pampero
Cuando la noche sea oscura.

Pobre guitarra que aún cré,
Que vendrá otra primavera
Con la divina zoncera
De aquél amor que se jué.
Del amor en que mi fe,
Como en verde cina-cina,
Jué prendiendo en cada espina
La gasa azul de un ensueño,
Que de juro era pequeño
Pa la ambición de una china;

De aqueya chiruza autera
Que a juerza de desengaños
Enredó estilos extraños
En mi guitarra campera;
De aqueya china hechicera,
Daga en mi pecho clavada,
De quien con ansia insaciada
Siempre algún recuerdo evoco
Que duele, cuando lo toco,
Como una herida enconada.

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