sábado, 25 de diciembre de 2010

El traje gaucho

(Pintura: Carlos Montefusco)
Mi orgullo es ser argentino,
lo grito aquí y ande quiera
y ante mi santa bandera
emocionado me inclino.
Como paisano ladino
que se afirma donde pisa,
mi ropa gaucha, divisa
del presente y del pasao
será traje de soldao
si la Patria me precisa.

Como si el tiempo pasao
viniera pidiendo cancha
el sombrero de ala ancha
llevo airoso requintao.
El pampero le ha zumbao,
y el sol, en cada chispazo
lo probó que era guapazo
al corajiar con usura
demostrando su bravura
al volver cortao un lazo.

Es medio corta la blusa
sin faltarle ni sobrando,
como el carácter mostrando
del paisano que la usa.
Ella no permite excusa
es nacida en este suelo;
negra, como si de duelo
anduviera su patrón,
brillando cada botón
como una estrella en el cielo.

Sobre mi cuello, anudao
en cada ocasión propicia
suavemente me acaricia
mi pañuelo colorao.
Y quiere dejar grabao
pa que sepa el paisanaje,
que lo lleve en homensaje
al gaucho de "Los Cerrillos"
caudillo entre los caudillos
y el hombre de más coraje.

El chiripá de merino
bastante largo por cierto,
es de un tiempo que no ha muerto
más nuestro, más argentino.
Prenda gaucha, que el destino
haciendo sus excepciones,
la creó pa los varones
de esta tierra generosa,
y así mi faja, orgullosa
lo ajustó en mil ocasiones.

La rastra, que es mi fortuna
trabajada en plata buena,
prendida en cada cadena
lleva reflejos de luna.
Y como seña oportuna
en esta prenda que adoro
va mi marca, puesta en oro
pa que realce su apariencia,
marca, que por coincidencia,
es la que ostenta mi moro.

En mi criollo tirador
ni se alcanza a ver el cuero,
escamao con todo esmero
con monedas de valor.
Al verlo tan brillador
desde la altura, apurao,
pa no quedar ahicao
en las monedas de plata
viene el sol y se retrata
si me encuentra al descampao.

El facón, que en la cintura
lo cruzo, filo pa arriba,
muestra su figura altiva
en la fuerte empuñadura.
La vaina ocultar procura
su hoja brava y cortadora,
hoja que fue, en buena hora,
en ciento y una ocasión
mi más pronta salvación
de alguna mano traidora.

Sobaditas como guantes
mis botas de potro son
un "viva" a la tradición,
un recuerdo al tiempo de antes.
Si no son muy elegantes
son netamente camperas,
de fabricación caseras
por manos que no son mancas;
si de nuevas fueron blancas
hoy de viejas son overas.

Tras de mi tranco sobón
cada espuela, que es un lujo,
deja en el suelo un dibujo
como una provocación.
Llevando pa distracción
unas rodajas sonoras,
de un arte reveladoras
cuando el patrón zapatea,
pero cuando jinetea
son sin piedad mordedoras.

Mi poncho no me abandona
porque mi vida comparte,
es un lujo en cualquier parte
y abrigo pa mi persona.
La verdad no desentona
por eso digo, sereno,
que este poncho fino y bueno
no alcanzó a costarme nada,
¡lo gané en una jugada!
no vaya a creer que es ajeno.

Y aquí mis pilchas le dejo
sin colorinches ni flores,
pa que los criticadores
le saquen lo desparejo.
Pilchas pobronas, de viejo,
no las olvido ni en sueño;
son tal cual se las reseño
botas, ropa y platería,
sin nada de fantasía
sencillitas como el dueño.

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