miércoles, 19 de mayo de 2010

Lluvia de verano


Esta es la historia de Ramón Escobar, hermano de crianza de L.L.

A veces en esos días
llovedores de verano,
por la ventana 'e la lluvia
me pongo a mirar pasao.
Porque no hay nada en el mundo
que a través de tantos años
se repita tan igual
como la lluvia 'e verano.
Ella es la misma que ayer,
cuando yo andaba gateando,
volcó su chorro de plata
pa'que se enyene mi charco.
Y es la misma que más luego
cuando quise andar cazando,
me diò agua pa'la tierra
de mis balines de barro.
Y así aprendí a buscar
con ojos esperanzados,
porque el agua es bendición
en este caliente Chaco
y hay que esperar que ella llegue
para enterrar el arado.
Ella me hermana con todo
el tiempo que he caminado,
hasta con el día lejano
que me anduve enamorando
porque fue en día de lluvia
que el olor a torta frita
me fue empujando hasta un rancho,
y entre el humo de los leños
en que la estaban fritando
se me asomó una sonrisa
y dos ojos me alumbraron.
Después ya formé mi nido.
Dos cachorros lo alegraron
y entonces me ganó el monte
por sacar pan del quebracho.
Y en esa vida de obraje
fui carrero, capataz,
y hasta anduve administrando.
(Porque el que no dentra en el molde
lo sueltan pa' otro conchabo).
Y allí me pasé algún tiempo
endurenciendo mis años
hasta que paró el obraje
y rumbié para otros pagos.
Anduve de domador,
de alambrador y tropero,
carpidor y cosechando,
haciendo de todo un poco
porque eso sí, y a Dios gracias,
para todo fui baquiano.
Y... ha de ser porque de chico
el machete de la vida
me fue curtiendo a planazos.
Y esas nostalgias las trae
la lluvia de tantos años.
Agua que endulza recuerdos
también de tiempos amargos
porque supe quedar solo,
como gaucho allá en el rancho
esperando que volviera
la madre de mis muchachos.
Pero no quiso volver...
Comentaban que juí malo
porque jugaba algún truco
y a veces vine borracho.
Dijo que la castigué
que tenía otra mujer,
y otras cosas fue aumentando,
tanto por justificar
el llevarse los muchachos.
Pero... son cosas que pasan
y yo ya la perdoné,
porque no fue por un hombre
que ella se fue de mi rancho.
(Cuando una yunta de bueyes
no son parejos pa'el tire,
lo mejor es separarlos).
Por eso que ya hace mucho
me di cuenta, pero tarde,
que en algún tiempo fui malo.
De ahí que en la galería
mientras tomo mis amargos,
con el hilo de la lluvia
voyt enhebrando retazos
de todo el tiempo pasado.
Me alegro, me pongo triste,
y a veces hasta he llorado.
Porque no hay nada que hacer
con la lluvia de verano.
Muchas veces le pedí
que me lave los recuerdos,
que los entierre en el barro.
Y no sé si por amiga
o tal vez por caprichosa
nunca quiso hacerme caso.
Porque viene el aguacero
y en vez de lavar recuerdos,
me los viene amontonando.

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