martes, 11 de mayo de 2010

La pulpería


Vieja casa solariega
cuya gran tragedia narra
la descendencia bizarra
¡del payador Santos Vega!;
triste a tus puertas hoy llega
el eco de mi canción,
como una lamentación
de los que bajo tu alero
vieron morir el lucero
de la gaucha tradición.

Yo vengo como un zorzal
que busca el antiguo nido
que en el ramaje florido
dejó cerca del juncal;
como en la siesta estival
buscan las aves frescor,
como busca el payador,
en su "prenda", amor ardiente
y como busca vehemente
la mariposa a la flor...

Pero ya no encuentro nada
del recuerdo que dejaron
esos gauchos que habitaron
en tu soledad callada.
Baluarte, en fiera jornada,
en la lucha nacional,
fuiste; y al choque fatal
de los bélicos pamperos,
se agacharon tus aleros
y te arrastró el vendaval.

Entonces enmudeció,
como protesta altanera,
la guitarra lastimera
que Martín Fierro templó.
Hasta el matrero lloró
sobre tus míseras ruinas
y murieron tus glicinas
y tus cantos de zorzal
en la tristeza otoñal
de las tardes argentinas...

Ya vienen en procesión,
para imponerte sus yugos:
ésos de la inmigración...
Ésos que, sin compasión,
te darán golpe mortal,
y en la fiebre tropical
de sus pasiones mezquinas,
han de alzar sobre tus ruinas
algún palacio ducal...

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