miércoles, 14 de octubre de 2009

Había una vez vino de uva


Cuando abandonando el arca,
Noé cultivó las parras;
le puso a todas las jarras
vino de una sola marca.
Entonces cada comarca
copiándole la receta,
inundó todo el planeta
de auténtico jugo de uvas,
llenando las viejas cubas
de tintillo hasta las jetas.

Pero después con la urgencia
que el progreso nos impuso,
hicieron uso y abuso
hasta de la propia ciencia.
Alguien inventó la esencia,
la anhilina y la tintura
y con una tinta oscura
se inventó un líquido oscuro:
entonces el vino puro
pasó a ser química pura.

Luego una simple etiqueta
adherida al envase
le dio distinción y clase
a cualquier vino berreta.
y la botella coqueta
en los estantes del bar,
cambió el gusto popular
provocando los antojos,
de saborear con los ojos
y no con el paladar.

Con el nombre de una granja
o de una bodega nueva,
cualquier botella nos lleva
a dormir en una zanja.
basta que tenga una franja
verde, si es una película;
o una pequeña partícula
de semilla, cuando es vino;
para que uno pierda el tino,
el buen gusto y la vesícula.

Claro que hay vino aromático
y auténtico cien por cien,
que por puro le cae bien
al abstemio y al hepático;
pero ese vino antipático
a los boliches no llega;
y únicamente despliega
le exquisitez de su aroma,
cuando orgulloso lo toma
el dueño de la bodega.

Es tanta la propaganda
que al vino haciéndole están;
que las bodegas no dan
abasto con la demanda.
No falta en ninguna tanda
esta frase repetida:
"Acompañe su comida
con un producto genuino,
porque una copa de vino
es una copa de vida"...

O sino la frase aquella
de: "Tómelo por amigo,
por más que haya un enemigo
escondido en la botella".
sobre todo cuando en ella,
la ciencia que es tan completa,
en vez de uva en las recetas
para hacer las cosas buenas:
le pone un racimo apenas
dibujado en la etiqueta.

Si es totalmente seguro
que el vino alarga la vida,
ha de ser una bebida
superior al whisky puro.
Entonces nuestro futuro
puede depender con creces,
en cuestión de pocos meses
de la exportación de vino,
compitiendo con el fino
licor de los escoceces.

Yo confieso que no cato
ni el buen whisky ni el cogñac,
sin embargo soy un crack,
pa chupar vino barato.
Y sentado frente a un plato
rebosante hasta el copete,
no me vengan con clarete,
ni rosado, ni amarillo;
porque yo soy pa'l tintillo
como gurí pa'l chupete.

1 comentario:

Arsenero dijo...

Excelente blog!! no sabría donde poder conseguir este tema?,
Saludos