viernes, 15 de mayo de 2009

Lo que nu'es, nu'es.


En mi rancho no han de hallar
como adornos naturales
cabrestos, lazos, bozales
ni tijeras de tusar,
ni espuelas de jinetear,
ni riendas, porque no domo;
no han de hallar ni por asomo
fierros de marcar a fuego,
ni tabas porque no juego,
ni chifles porque no tomo.

Como acostumbro a guardar
las sogas en el galpón,
mi rancho es la habitación
que yo hice pa'descansar;
nunca me ha gustao colgar
prendas que yo no he cosido
y que en nada me definen,
ni cencerros que amadrinen
tropillas que no he tenido.

No hay sobre la chimenea
un sable corvo herrumbrao,
d'esos que nunca han dentrao
"a degüello" en la pelea,
ni el ocho de una maena
que no conoció bagual,
una encimera, un pegual,
un viejo arriador trenzao
que se cortó al primer pial.

No hay estribos ni estriberas
en las paredes colgadas,
ni juegos de cabezadas,
ni boleadoras potreras;
no hay asientos de caderas
pa'sentarse en la cocina,
ni mate de plata fina
con su bombilla coqueta,
porque en un mate galleta
ceba el amargo mi china.

Mi rancho no es un museo,
es la modesta vivienda
de un paisano sin hacienda,
sin conchabo y sin arreo;
pa' qué colgar un sobeo
en un viaje sin retorno,
si él fue por este contorno
donde la vida me trajo
mi herramienta de trabajo
y no un motivo de adorno.

Mi rancho es de un payador
que, eso sí, luce orgulloso
como en sus tiempos de mozo,
rastra, faja y tirador.
Alléguese sin temor
que ha de salir empachao
de mate amargo, de asao,
o algún criollo plato 'e guiso;
milongas de Pedro Risso
y versos de Wenceslao.




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