lunes, 4 de mayo de 2009

Astilla 'e caldén.


-¿Conque sos hijo de Julián Ledesma?
¡Muy buen hombre!, ¿verdá?
Cuando decente, racionaba los caballos de carrera;
tallaba al monte con tan buena suerte
que su cartita lo esperaba en puerta,
¡y hay que ver cómo araba!...
en los boliches, cada vez que tiraba de dos vueltas.

De cumplirse el refrán aquél que dice:
"que da el palo torcido astilla hueca",
no has de ser apegao pa los trabajos
y has de tener más vicios que decencia.

- Patrón, no siga más. Usté no sabe
hasta dónde me duelen sus ofensas.
Que mi tata haiga sido lo que ha sido
no lo puede negar, así quisiera
ya qu'en los hombres caídos en disgracia
se asienta el filo de las malas lenguas
pa cortar en la lonja de los hijos
haciéndoles cargar culpas ajenas.

Pero usté se olvidó que yo, de chico,
ya le sabía el color a la vergüenza
y abandoné pa siempre las paredes
que mi tata ensuciara con sus hechos.

Y agarré pa los campos de trabajo,
ande no hay pulperías ni carreras
y hay sólo un modo de ganar la plata
hecho a fatigas y a sudor que cuesta.

Juí boyero, mensual; uñí los güeyes
y juí como la sombra del mancera.
Más tarde, esquilador de los muy pocos
que contaron sus latas de a doscientas.

Después, cuando los soles de diciembre
hicieron cierto lo que jue promesa
y los trigos lucieron sus espigas
en la fiesta de pan de la cosecha,
la horquilla me enllenó la mano 'e callos
que me dieron patente de decencia.

Y áura, patrón, me voy, si le parece;
pero quiero decirle, pa que sepa,
qu'el caldén es torcido como tata
¡y naides niega que su astilla es güena!

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