lunes, 2 de marzo de 2009

Romance de las pulperías.


Rudas paredes de barro
bajo un cielo de espadaña;
mostrador, reja, aguardiente,
galleta, yerba, barajas,
tufo de tabaco usado
y ahogo de pena en caña.

Piso rústico de tierra
candil que consume grasa,
acopio de producciones,
pluma, cerda, cueros, lana,
banco de trueque por “vicios”
con convenios de palabra.

Civilidad que el progreso
clavó en medio de la pampa,
sueños de criollos y gringos,
aventura de horas largas;
convivencia con el miedo
acechante de las lanzas.

Ranchos a cuyos palenques
sujetaron esperanzas,
en una flor, un envido,
en la suerte de una taba,
o en las patas de algún pingo
en improvisada cancha.

Cuando su techumbre
la luna tendió su plata,
y luciérnagas del cielo
extendieron sus guirnaldas,
se hizo música la noche
con el son de las guitarras.

El tiempo arrea recuerdos
Que las memorias alambras,
viejas postas destruidas
donde rondan los fantasmas…
¡el bronce tiene una deuda
de pedestal y de palmas!

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