lunes, 30 de marzo de 2009

Memoria adentro.


Anduve caminos largos
con el corazón al hombro,
partí mi vida en escombros
por esos campos amargos...
Sufrí también los letargos
que da la tristeza plena
y en noches de luna llena
yo salía a buscar consuelo
de tanto que luna y cielo
me aliviaron de las penas.


Florecí como florecen
esas matitas camperas,
bebiendo en las pasajeras
lluvias que al campo estremese;
supe andar entre las mieses
sin dejar de ser un yuyo,
envuelto en mi poncho puyo;
yo anduve de peregrino
aprendiendo del camino
hasta el mínimo murmullo.


Siempre anduve entre la gente
y nunca me he creído mas,
prefiero quedarme atrás
que hacerme el inteligente.
No presumo de prudente
pero si de precavido,
por fuerza es mas advertido
quien sabe cerrar la boca,
hablando cuando le toca
uno escucha y es oído.

Me he topao con el orgullo,
hermano de la ignorancia;
con la necía extravagancia
De pensar desde un mangrullo
hecho grito en el barullo
de puebladas ciudadanas.
Asistí a todas las vanas
ambiciones de los hombres
enaneses ya sin nombres
de las pasiones humanas.


Uno sabe compartir,
a otros les gusta llegar
y a muy pocos disfrutar
lo que tienen por vivir.
Con eso del porvenir
muchos se vuelven mezquinos
y algunos hasta asesinos
por conseguir a la fuerza
que un pueblo entero no ejerza
su voluntad y su destino.

Y ya me largo a la huella
mi amigo, discúlpeme,
en décimas hilvane
pensamientos como estrellas.
Si mi filo no se mella
pelearé con la esperanza
y si la vida me alcanza
se que he de ver algún día
alegre y en armonía
a este mi pueblo que avanza.

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