martes, 1 de julio de 2008

La Paloma Indiana


(Foto: Ricardo Moller Jensen)



Tuve una paloma indiana,
cazada de casualidad;
hoy se halla en prosperidad
y se encuentra muy ufana.
Yo la cazé de mañana
por ser un madrugador,
envidiando al cazador
que hoy me la tiene enjaulada:
muy palidito el color
pero muy acostumbrada.

Y esa paloma que hace tanto
durmiendo en su nido,
como un loco sin sentido
con mucha ansia la tomé
y una vez que ya logré
de mi hacerla prisionera
le pedí que me quisiera
y al verme tan atrevido:
no creiba la sorprendiera
estando durmiendo en su nido.

La quise con afición
y voluntad temeraria,
y otra paloma ordinaria
la invitó a una diversión
la privé de esa ocasión
porque había desigualdád
y ella por su seriedad,
demostró estar agraviada
y en la primera ocasión,
alzó el vuelo disgustada.

Y ahora esa paloma alzada
se halla ya en poder ajeno;
de otro cazador muy bueno
que me la tiene enjauldad
de tal modo asegurada
que es difícil el volar
yo la comienzo a temblar
recordando lo que ha sido:
solo me queda el decir...
se voló... y me dejó el nido.


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